Al momento de partir al lugar en
donde los sueños se realizan, sentía en mi corazón un leve soplo de alegría;
pensar que volvería a presenciar aquella luz de inspiración, aquel ser que con
su presencia llenaba mi alma de amor, pero al momento escuchaba el sonido de
las placas de plata que con una fuerza
abrumadora transportaba mi espíritu a mi realidad oscura, sola, sin amor.
Nuevamente se juntan mis
fantasmas y me abruman con su llanto burlón, su espectro despigmenta la sangre
que surgen de mi corazón y que rocía mis ojos. Ahora soy un Águila que ha
perdido sus alas, me carcome el cuerpo, se atezan las cadenas, ella,
nuevamente, me arropó en su regazo, sus ojos me interrogan, me abraza de nuevo,
esposa mis manos a las de ella, estaba celosa y ahora me mira como su trofeo;
aquí me tienes de nuevo, soy tuyo soledad, amada mía.
Sawyer y Rarias
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